MAESTROT6
martes, 18 de junio de 2013
lunes, 27 de mayo de 2013
MODELO DE EXAMEN
MODELO DE EXAMEN
Preguntas obligatorias:
- Diseño de una comprensión lectora de uno o dos textos narrativos para la educación primaria.
- Corrección de un texto con errores de tipo gramatical, léxico, estilístico u ortográfico.
Preguntas de elección:
- Diseño de una tarea de escritura creativa para educación primaria.
- Aplicación de conocimientos gramaticales a la comprensión, la corrección y la expresión. (puede haber varias)
- Aplicación de conocimientos léxicos a la comprensión y a la adquisición del vocabulario.
sábado, 25 de mayo de 2013
EJEMPLOS DE RELACIONES LÉXICAS
LA ENSEÑANZA DEL LÉXICO. APLICACIONES PRÁCTICAS.
EN ESTA ENTRADA APARECEN MÚLTIPLES EJEMPLOS DE RELACIONES LÉXICAS.
SE DAN A TÍTULO DE EJEMPLO. NO HAY QUE ESTUDIARLOS TODOS, POR SUPUESTO.
1. Términos
polisémicos en contexto
El Rey sanciona las leyes-El policía sanciona al infractor
La convención del Partido Demócrata-El “usted” es una
convención
- Polisemia diversificada en
la serie derivativa:
abstención-abstinencia; pervesión perversidad; ruptura-rotura;
/despido/despedida
3.
Semas o rasgos distintivos. Explíquense los rasgos semánticos diferenciadores que
mantienen estas series de palabras entre sí:
gastar-despilfarrar-dilapidar-dispendiar
nacionalista-patriota
falsedad-mentira
sobreseimiento-absolución
tranquilidad-sosiego-relajación
Liquidez-solvencia
Empollón-estudioso
4. Semas
y denotación. Señálense los rasgos pertinentes de los siguientes lexemas y los
contextos en los que cada uno de ellos puede aparecer. Explíquese, pues, su
diferencia denotativa en relación con su aplicabilidad
laboral-laborable-laborioso
5. Polisemia
y homonimia. Distíngase entre polisemia y homonimia en los siguientes ejemplos:
-
El Banco Europeo/El
banco del parque
-
La rama del
árbol/La rama de la Medicina
-
El pico de la
montaña/El pico del pájaro
-
Una operación
financiera/Una operación militar
6. Sinonimia
parcial. Señálense los contextos, situaciones y usos a los que pueden aplicarse
los siguientes lexemas:
inaccesible-inasequible-inaprehensible
7. Polisemia
y serie derivativa. Escríbanse los distintos derivados que tienen estas
palabras polisémicas para cada uno de sus significados:
romper – citar – sentir – atender – observar – tratar
8. Cambio
semántico.
a. ¿Qué
cambio semántico se produce en la siguiente expresión?
La
ministra aparca un problema. ¿Cómo definiríamos ´aparcar´?
b. ¿Qué
cambio semántico se produce en la siguiente expresión?
El
Congreso inviste al presidente. ¿Cómo
definiríamos etimológica y sincónicamente ´investir ´?
9.
Unidades léxicas simples y complejas.
En
los siguientes ejemplos, diga qué casos hay de lexías (o lexemas complejos) y
en qué casos son simples sintagmas nominales:
pareja
de hecho // guardia civil // hijo adoptado // matrimonio civil // escuela
secundaria // globo sonda
10. Diferenciación
sintáctica de pares homónimos.
¿Qué tienen en común estas series de palabras
homónimas?
Ante – Capital – Pesar – Manual- Tarde –
Derecho – Presente – Sobre
11.
Ambigüedad sintáctico-semántica.
¿Qué
ambigüedad sintáctico-semántica presentan las expresiones siguientes?
Lo lleno – Lo presente – No se siente -
12. Género
gramatical y cambio de significado. ¿Qué diferencia de significado existe entre
los siguientes pares de palabras?
El guardia/La guardia El corte/La corte El
mañana/La mañana
La frente/El frente El orden/ La orden El
moral/La moral
13. Diferenciación
semántica de homónimos. Escriba un sinónimo (en contexto) para cada uno de los
siguientes significantes homónimos:
Mandar – agudo – presente – gemelos – largo
Acervo-acerbo; balido/valido
14.
Escriba un antónimo diferente para cada una de las dos unidades homónimas
siguientes:
Maduro1 (fruta) Maduro2 (persona); Sueño1
(Ilusión) Sueño2 (Dormido)
Malo1 (Calidad o moral) Malo2 (Salud) Malo3
(Perjudicial)
15. Significado
de las unidades: significantes y contextos. ¿Qué influencia tiene la
distribución contextual en los diferentes significados de las unidades léxicas
´chica´, ´grande´, ´pobre´ y ´simple´?
Mona chica – Chica mona Pobre
hombre – Hombre pobre
Simple
empleado – empleado simple Hombre
grande – Gran hombre
16. Sema
diferencial de unidades con afinidad semántica. ¿Qué diferencia semántica
existe entre los siguientes pares de unidades léxicas?
Estudiante-alumno
// suceder-sustituir // justificar-explicar // ilegal-ilegítimo // opcional
– optativo // Silvestre - salvaje
17.
Connotaciones en contexto. Señálense posibles connotaciones de las palabras
´tradicional´ y ´agresivo´.
Noviazgo tradicional – Enseñanza tradicional
– Comida tradicional
Jugador agresivo – Vendedor agresivo
18. Unidades léxicas simples y complejas.
¿Qué diferencia arma
blanca de arma letal o arma química?
19. Estructuras semánticas y unidades léxicas.
¿Cómo funciona en español actual “frutos secos”?
- Compruébese qué significado tiene esta unidad léxica y
cómo se podría traducir a otras lenguas.
20. Unidades léxicas (estructuras idiomáticas)
¿Por qué “reloj” en español es una única unidad léxica y
en inglés o francés hay dos unidades léxicas distintas correspondientes al
mismo significado?
21. ¿Por qué
decimos que no siempre el antónimo de un término es sólo otro término único?
Ponga algún ejemplo.
22. Unidades fraseológicas.
¿A qué estructuras gramaticales equivalen las expresiones
subrayadas?
1. darse el piro;
2. importarme todo un pimiento.
¿Cómo expresaríamos en cada caso la misma idea de forma más
sintética?
24. Señálense los rasgos semánticos (semas) de las
siguientes unidades léxicas, teniendo en cuenta las distribuciones sintácticas
en que pueden aparecer:
ROMPER
|
DISOCIAR
|
ESCINDIR
|
FRACTURAR
|
DESGLOSAR
|
PARTIR
|
FRAGMENTAR
|
DIVIDIR
|
25. Semas diferenciales y relaciones sintagmáticas
Señale las diferencias de significación y valencia semántica
(o valor distribucional) de los siguientes lexemas:
clásico/ convencional/ tradicional/ anticuado/ pasado de
moda/ a la vieja usanza/ chapado a la antigua/ carca/ retrógrado/
Haga la misma operación con este par de lexemas: Emotivo –
emocional
¿en qué medida influyen en el
significado denotativo?
26. Dígase qué
relación guardan entre sí estos lexemas:
silla - mueble vivienda – apartamento
despilfarro – ahorro sobrino
– pariente
sencillo – simple hijo
político - yerno
¿En qué contextos podrían utilizarse?
27. Significado diferencial
Señale la diferencia de significado mediante una definición
lexicográfica y redacte dos expresiones para cada uno de los lexemas en las que
se aprecie claramente la diferencia semántica entre ellas.
Servil – servicial Vergonzante
– vergonzoso
28. Rasgos semánticos
y sintagmáticos de los siguientes lexemas del mismo paradigma léxico:
Presumir,
fardar, jactarse, alardear, ostentar, lucirse, vanagloriarse, exhibir, molar
29. ¿Por qué decimos
que no siempre el antónimo de un término es sólo otro término?
¿En qué medida el
contexto influye en la antonimia?
Señálense los antónimos de las palabras subrayadas
La
educación, quizá porque éramos profesores, nos parecía a todos tan fundamental
como la sanidad o más, pues entendíamos por educación una formación integral
del individuo que le capacitara para el ejercicio de la libertad que
otorga el conocimiento de deberes y derechos, además de convertirle en un buen
catador de bienes culturales de esos que sirven para el disfrute anímico, pues
creíamos a pies juntillas que no sólo de pan vive el hombre. A estas
alturas, cualquiera puede observar que nos equivocamos. Si la renta per
cápita española ha mejorado ha sido por razones económicas que no han ido
parejas a una mayor y mejor educación. Es cierto que el analfabetismo parece
erradicado y que la enseñanza es obligatoria hasta los 16 años, pero no me
refiero a eso, ni tampoco a la instrucción mínima para alcanzar un
graduado escolar. No me refiero a la instrucción sino a la educación, a la
formación integral de las personas y a su capacitación para desenvolverse como
tales, algo que tiene que ver con unos conocimientos básicos aprendidos en
ciencias o humanidades, ciertamente, pero también con el ejercicio de la
responsabilidad que implica, por ejemplo, no conducir borracho, no asestar una
puñalada a la parienta porque no acepta la superioridad masculina, o saber
discernir entre un programa de telebasura y otro que no lo es y optar por este
último.
La
sociedad del bienestar ha propiciado la adquisición de bienes
materiales por encima de los considerados espirituales, ha exacerbado el
consumismo hasta límites insospechados y nos ha hecho cautivos de
marcas, modas y tendencias. Una esclavitud que afecta mucho más que a nosotros
a nuestros hijos a los que no hemos sabido o podido educar -la presión del medio
es atroz- como soñábamos antes de tenerlos.
Esa
escuela y despensa imprescindibles para el progreso, de las que hablaba
Joaquín Costa y también los institucionalistas y regeneracionistas, con los que
los antifranquistas nos sentíamos entroncados, se ha quedado sólo en
despensa. Ciertamente, las hambrunas de siglos parecen colmadas. Carpanta ha
pasado a la historia. Incluso hemos cambiado de nutrientes, pero no sé si para
bien. De los garbanzos, que, según don Juan Valera, embotaban el cerebro de los
españoles y por eso eran tan duros de mollera, hemos ido a parar a la comida
basura, a mi juicio, más perjudicial y paralizadora de neuronas que cualquier
legumbre. Pero, vivimos, aseguran, en el mejor de los mundos posibles y la
economía española sigue creciendo. Con el estómago lleno, la carencia de
escuela o lo que es lo mismo el desastre nacional de la enseñanza, cuyos malos
resultados nos sitúan a la cola de Europa, no parece preocupar demasiado
a los ciudadanos. Tampoco a nuestros gobernantes, incapaces de llegar en todos
estos años a un pacto de Estado sobre educación. El cuaderno de nuestra
tertulia confirma hasta qué punto nos equivocamos en las previsiones.
Fuimos utópicos de jóvenes y ahora probablemente somos ya residuales, en un
mundo mucho más interesado en crear consumidores dependientes que
ciudadanos libres.
30. Señale antónimos
de las siguientes palabras:
El soldado está vivo. Este
vendedor es muy vivo.
Las sábanas son viejas. Su
abuela es muy vieja.
Matrimonio civil. Poder civil. Código civil.
31. Polisemia de
un lexema frecuentemente confuso.
¿Qué significados puede tener en español la palabra eutanasia?
Distíngase (mediante algún ejemplo) entre
eutanasia activa consentida – eutanasia activa no
consentida
eutanasia pasiva consentida – eutanasia pasiva no
consentida
significado genérico de eutanasia – suicidio
asistido – muerte digna
32. Sinónimos paradigmáticos y contextuales. Señálense las
diferencias diafásicas y diastráticas de los siguientes lexemas o lexías:
Embarazada
Encinta
Preñada
Preñá
En estado
En estado de buena esperanza
Esperando
Con un bombo
Con una barriga
33. Parónimos. Señálese la diferencia de significado entre
los siguientes pares de palabras:
Ejemplo: Andrógeno
(hormona masculina) -
andrógino (hermafrodita)
Infalible-inefable; Aptitud
/ actitud; Inocuo-inicuo
34. Búsquense en los diccionarios de la RAE ejemplos de
cambios semánticos de las palabras:
pijo //
discreto // feminismo
//
DIDÁCTICA DEL LÉXICO
LA
ENSEÑANZA DEL LÉXICO
En una enseñanza dirigida a formar
ciudadanos cultos y que desarrolle las competencias lingüísticas y
comunicativas del currículo oficial, hemos de plantearnos qué es lo que hay que
incluir en el plano léxico y con qué criterios debemos enseñarlo.
1.
La enseñanza sistemática del vocabulario.
El léxico de una lengua es por definición
casi infinito e inabarcable, lo cual no excluye la existencia de una cierta estructuración,
constituida por varios subsistemas.
Las estructuras léxicas y las regularidades
formales son hechos que el profesor ha de tener en cuenta a la hora de
organizar sus enseñanzas.
Son estructuras léxicas las organizaciones
sistemáticas de este plano de la lengua: los paradigmas (campos léxicos[1]) y las relaciones
sintagmáticas de los lexemas (sus restricciones combinatorias, su valor en las
relaciones con otros lexemas en secuencias sintácticas, su determinación
contextual[2]). Volveremos sobre este
asunto.
Son regularidades formales las
determinaciones léxicas que vienen marcadas morfológicamente, por ejemplo, una
familia léxica, los significados de determinados formantes (prefijos, sufijos)[3]. Las regularidades
formales son una forma de organizar el léxico que explica muchos fenómenos pero
no es suficiente para explicar toda la estructura léxica.
Tanto las estructuras léxicas como las
regularidades formales son hechos que guardan relación con una enseñanza
sistemática del vocabulario, noción por la que entendemos que el léxico no ha
de aprenderse ni de forma atomística ni sólo a medida que lo necesitemos para
analizar y explicar los textos. El léxico de una lengua, en cada curso, debe
estudiarse tratando de que el alumno conozca unos segmentos del vocabulario (un
conjunto de formantes y una serie de estructuras determinadas).
La enseñanza sistemática del vocabulario
puede basarse en las siguientes pautas:
1.1.
Gradación (de menor a mayor):
El aprendizaje de formas léxicas no debe
hacerse aleatoriamente, sino siguiendo un orden lógico, con una gradación en la
que se empiece por consolidar el vocabulario básico: aprender nuevas forma
léxicas desconocidas y aprender a usar –reflexivamente- las formas léxicas
conocidas por el alumno.
Los
criterios para determinar la gradación son:
a)
La dificultad
cognitiva.
Desde
este punto de vista podemos decir que es más fácil empezar por:
a1-
El vocabulario concreto que por el vocabulario abstracto.
Las palabras del vocabulario concreto se
pueden definir ostensivamente, mientras que son muchas las palabras del
vocabulario abstracto que requieren la generalización de rasgos de las palabras
cuyos referentes se pueden percibir a través de los sentidos.
El vocabulario abstracto es
posterior a la comprensión de los objetos y de las entidades del mundo sensible.
Además, parte del vocabulario abstracto está ligada a un conocimiento
interdisciplinar.
a2-
El vocabulario del mundo más cercano al alumno que el más lejano.
a3-
El vocabulario de conceptos que ya haya estudiado
académicamente (en todas las asignaturas, no sólo en lengua) que el de los
términos que no pueda comprender por su madurez intelectual.
b) La frecuencia de uso y la funcionalidad
comunicativa
No tiene sentido que en un libro de texto de 2º de la ESO
aparezcan en los ejercicios léxicos palabras de las primeras lecciones palabras
como ´dúctil´ o ´vizconde´ cuando todavía no se ha consolidado el vocabulario
más elemental.
Este criterio ha de usarse también
para el aprendizaje del vocabulario ligado a la ortografía. Es esencial que el
alumno domine en las etapas escolares la ortografía de las palabras de uso más
común. El resto del voca
c)
complejidad de las estructuras léxicas.
Debe
empezarse por las estructuras léxicas más simples, como los pares binarios
bueno/malo; caro/barato; alto/bajo; largo/corto, etc.
Una
vez dominado el vocabulario con unas estructuras más simples, se deben estudiar
las estructuras más complejas.
1.2.
Regularidades formales.
Las regularidades formales en el
léxico son una pista para entender de forma sistemática muchos aspectos del
significado de las palabras. Pero no siempre funciona el principio de
composicionalidad (obtener el significado de una palabra a partir del
significado de los formantes).
Aun así, el estudio del significado
de los principales prefijos y sufijos y los mecanismos de formación de palabras
han de formar parte del aprendizaje lingüístico. Dejando claro que la mayoría
de estos formantes son polisémicos y que el principio de composicionalidad sólo
funciona si se mantiene el significado etimológico.
El estudio de la formación de
palabras es, pues, uno de los ejes del sistematismo en el aprendizaje del
léxico, dejando clara las limitaciones que tiene para una visión global del
vocabulario. Otra limitación añadida a la ya citada de la validez relativa de
la etimología es la de limitar también la antonimia gramatical[5] a determinados sectores
del vocabulario.
En este punto, el aprendizaje
continuo de las raíces prefijas y sufijas grecolatinas del vocabulario culto es
también un importante elemento de sistematización en la adquisición de nuevas
formas o de comprensión de las ya conocidas. Este aprendizaje puede favorecer
la economía lingüística (con un número limitado de formantes se pueden predecir
numerosas palabras, algunas de ellas inexistentes en el momento de su estudio).
Puede ayudar incluso a predecir formas que se acuñarán en el futuro.[6]
En este punto debe incluirse el
estudio de las familias léxicas, que tampoco responden siempre al principio de
composicionalidad. Y que no deben confundirse nunca con los campos léxicos ni
con los campos semánticos[7].
1.2.1. Relaciones entre morfología y semántica
No siempre la forma de las palabras es determinante para
describir su significado. No existe lo que Baylon y Fabre denominan principio
de composicionalidad a partir de prefijos, sufijos y morfemas léxicos. No
siempre funciona para analizar el significado léxico. Dicho de otra forma, el
significado de una unidad léxica no siempre se puede obtener descomponiendo el
significado de sus formantes. Así, -itis siempre significa [inflamación],
excepto en el vocablo analógico y humorístico de ´cuentitis´, que no pertenece
al léxico científico. Pero es que la composicionalidad funciona más en el
léxico científico. Sin embargo, el adjetivo ´diplomático´ cuando no se refiere
a relaciones internacionales ha lexicalizado las connotaciones propias de la
diplomacia: habilidad, sutileza, discreción, etc. y no se puede definir correctamente
acudiendo sólo a su morfema léxico originario. La
distinción significado categorial vs. significado léxico no siempre funciona en
los términos en los que los describe la semántica estructural. Todas las
flexiones gramaticales de un mismo lexema tienen el mismo significado léxico,
pero no siempre todas las palabras de distinta categoría gramatical que
procedan de los mismos lexemas tienen el mismo significado léxico. Dos palabras
que procedan de la misma raíz no tienen por qué mantener siempre el mismo significado
léxico. El significado léxico de una palabra derivada o que ha cambiado de
categoría gramatical puede alterarse respecto de su significado primitivo.
1.3.
Estructuras léxicas. El significado léxico.
1.3.1. Qué es el significado
El significado de las unidades léxicas es un hecho
lingüístico. Las palabras remiten a objetos y conceptos del mundo real o
imaginario, pero ese significado de la lengua es un fenómeno semiótico, no son
las cosas ni las realidades designadas por la lengua. La relación entre las
unidades léxicas y la realidad designada por ellas es uno de los aspectos de su
significado. Esa relación tiene dos dimensiones, una positiva, la denotación[8] y otra relacional[9], interna de la lengua,
referida a las reglas de combinación y selección que una unidad léxica mantiene
con las demás unidades de un sistema lingüístico.
1.3.2. Determinación
paradigmática y sintagmática del significado
En un sistema de signos, el valor de cada uno
de ellos está definido en parte por la relación que mantiene con los demás
signos. Así, en español, distinguimos
´casa´, ´piso´ de ´apartamento´ y ´chalé´.
Y podemos definir el segundo en relación con el tercero de esta serie de
lexemas. De ahí que en el español hablado en España el anglicismo ´apartamento´
no mantenga el significado que tenía en la lengua de origen, sino que se trata
de una vivienda [no unifamiliar], [pequeña] y [moderna]. El significado
lingüístico de los lexemas del vocabulario idiomático ha de considerar
necesariamente el valor posicional que estos ocupan dentro de los sistemas en
los que se estructuran las unidades léxicas de una lengua. Esos subsistemas son
paradigmas que se denominan campos léxicos. La determinación de cómo influyen
todas las relaciones y estructuras léxicas que existen en un sistema
lingüístico es una vía imprescindible para determinar la significación, tal
como ésta se produce en el funcionamiento real de los sistemas de signos.
Además, toda unidad léxica
adquiere su significado preciso en los contextos sistemáticos en que aparece y
en las relaciones que mantiene con él. En los sintagmas las palabras adquieren
un valor que determina igualmente su denotación. ´Beber´ es un verbo que sólo
puede funcionar con complementos directos que designen [líquido], salvo en usos
metafóricos. Las palabras homónimas o polisémicas suelen diferenciarse sin
problemas cuando se analiza el sintagma entero. ´A mano´ es una expresión que
significa ´cerca´, de modo que no puede confundirse con ninguna otra de las
significaciones de esa forma significante (tener mucha mano, meter mano, etc.)
1.3.3. Qué lexicalizan las
lenguas. Concepto y objeto
Ya hemos visto que el significado no es un concepto,
sino que remite a un concepto. El significado no es un objeto o un concepto, al
menos no es un concepto o imagen mental ajeno al lenguaje, sino una entidad de
la lengua, de cada lengua: en todo caso, es una aprehensión que cada sistema
lingüístico realiza del referente. Los sistemas léxicos categorizar diversos
aspectos de la realidad (valoraciones positivas o negativas; rasgos pertinentes
de determinados objetos).
Los rasgos
pertinentes de denotación, lexicalizados en un sistema lingüístico, y el
sentido relacional (significación para determinados lingüistas), derivado sólo
de las relaciones internas de la lengua, son los dos constituyentes del
significado lingüístico de las unidades léxicas.
La realidad denotada
por los signos léxicos no tiene una naturaleza homogénea en todos los sectores
del vocabulario. La aprehensión cognoscitiva de los denotata no es igual de
relevante en todos los sectores del vocabulario. Los signos léxicos del
vocabulario más idiomático denotan realidades que no pueden existir como tales
al margen de la propia lengua y que se refieren no sólo a aspectos pertinentes
de la realidad designada, sino también a puntos de vista, valoraciones o
percepciones de dicha realidad. El significado sistemático se manifiesta como
realidad intersubjetiva. Toda lengua es un producto cultural y, aunque el
sistema léxico sea una estructura abierta, existe una codificación de los
signos léxicos, cuyas invariantes de contenido hacen posible la comunicación al
ser reconocida la identidad de las diferentes unidades.
1.3.4. Semas o componentes de sentido: Significado y análisis componencial.
Para analizar el significado de una unidad léxica, podemos
descomponer el contenido semántico partiendo de la denotación y de su
significado relacional. Por ejemplo, el verbo "cocer" denota ´forma
de cocinar´. Los semas de ´freír´, ´asar´, ´tostar´, ´rehogar´, ´sofreír´,
´saltear´, etc. se obtienen del sema común del campo léxico (que en este caso
coincide con la unidad ´cocinar´ más rasgos como [con agua caliente], [con
calor], [con aceite caliente] que se deducen de sus relaciones de oposición
semántica dentro del campo léxico, como de las relaciones sintagmáticas de los
verbos. Los semas no son definidos arbitrariamente por el lingüista; sólo se
consideran como tales los rasgos pertinentes para cada sistema lingüístico.
´Fish´ no tiene los mismos semas que ´pez´ y ´pescado´, pues los de estos
últimos [animal] [alimento] vienen derivados de relaciones internas exclusivas
de la lengua española.
1.3.5. Denotación y connotación
El significado lingüístico no es una entidad ajena a la lengua, sino
que sólo se puede estudiar como hecho de lengua. La connotación de los lexemas,
entendida como implicación secundaria, no constante y carente de validez
intersubjetiva no forma parte del significado de sistema, sino que es un hecho
discursivo interesante para el análisis pragmático o para el significado
textual. Los significados asociados a ciertas unidades léxicas dependen del
contexto extraverbal y de la situación y no pertenecen a la semántica léxica.
No obstante, los rasgos connotativos de un signo léxico no son totalmente irrelevantes,
pues, además de necesitarse en un análisis del significado de texto, pueden
generalizarse y convertirse en sistemáticos. Así, es muy común en muchos textos
que a ´nuevo´ se le asocie ´bueno´, pero lo nuevo no siempre es positivo ni
este rasgo es un sema de la citada unidad léxica. El significado connotativo es una implicación
secundaria, evocativa, afectiva y variable de las palabras. Por ejemplo,
´noche´ puede tener en los usos reales muchas connotaciones, pero no podemos
decir que en español ´romántico´, ´joven´, ´peligoroso´, etc. formen parte del
significado de este lexema, aunque sí hay que tenerlos en cuenta en ciertos
análisis de los textos. No hay que confundir connotación con
valoración, pues los semas pueden referirse a cualquier aspecto de la realidad.
Si diferenciamos entre ´tacaño´ y ´ahorrativo´; ´flaca´ y ´delgada´; ´empollón´
y ´estudioso´, las diferencias semánticas entre estos pares no son de
connotación, sino de significado valorativo sistemático y codificado. No
obstante, en la lengua coloquial se confunden estas dos nociones, pero es
preciso tener presente que la primera es un hecho de discurso y el segundo es
un fenómeno lingüístico, codificado en las lenguas. La valoración o captación emotiva de los designata es, pues, relevante sistemáticamente en unos lexemas e
irrelevante en otros y es en ocasiones un rasgo semántico tan relevante como
pueda serlo el conocimiento conceptual del objeto.
1.3.6. El
significado codificado y sistemático
El significado
sistemático y codificado de los signos léxicos sólo se puede verificar en cada
lengua natural en particular.
Todas las clases de significado (lógico, conceptual, valorativo) que
son sistemáticas y están codificadas pertenecen al significado lingüístico y,
por ende, han de formar parte del objeto de estudio de la semántica léxica
estructural. Igualmente, de los tipos de contenido, sólo el sistemático
interesa a la semántica léxica. El significado gramatical de las palabras y
unidades equivalentes (género, número, persona, etc.) forma parte de su
significado lingüístico, pero no de su significado léxico, que es el objeto de
la lexemática. El significado
codificado es estable, existe mientras el sistema funciona en la sincronía,
mientras que el pragmático refleja la tendencia de las lenguas a la apertura de
los sistemas. Este último es útil para el análisis de cada mensaje en
particular, pero no para elaborar un diccionario.
1.3.7. Significado
pragmático.
El significado pragmático
de una unidad léxica depende tanto de su significación como de circunstancias
externas a la lengua, sobre todo medida por los efectos comunicativos de una
expresión y la intención de quien la profiere. Para conocer bien este
significado hay que acudir al contexto de situación concreta en que tuvo lugar.
En este apartado hay que situar la diferencia que hacen los filósofos entre
significado cognoscitivo y emotivo de una palabra, que es un hecho individual o
colectivo, que puede afectar a generaciones o a grupos sociales, pero que no
está codificado. ¡Hola! puede ser un saludo informal en una situación, una
falta de respeto en otro. Pero entonces esa diferencia no pertenecerá a la
semántica léxica, sino a la lingüística de la comunicación.
1.4.
Relaciones semánticas.
1.4.1. La hiponimia: la estructura jerárquica
del vocabulario.
Mediante el término
hiponimia, acuñado por la semántica tradicional, se designa un tipo particular
de relación semántica entre lexemas, que también puede interpretarse, en
algunas ocasiones, más como una vinculación lógica y conceptual, cuyo carácter
lingüístico está por demostrar en todos los casos de supuesta pertenencia de
unas unidades a otras "archiunidades" supraordinadas. De acuerdo con
esta visión conceptualista, la hiponimia equivale a la inclusión de significado
de unos lexemas semánticamente más específicos en otros más genéricos. Por
ejemplo, la aceptación de unas relaciones de inclusión de significado supondría
entender que el lexema español 'cama' es un tipo de 'mueble', y, por tanto, sus
semas (o al menos los semas genéricos atribuibles a todas las palabras del
campo ´mueble´) estarían incluidos en el término supraordinado o hiperonímico,
el ya citado 'mueble', que funcionaría como un término más general en un
determinado nivel de la estructura léxica.
1.4.2. La
sinonimia.
El concepto de sinonimia
no aparece en principio ligado a la lexicología del contenido, ya que trata de
dar respuesta a un problema que se refiere a las relaciones entre significante
y significado. Esta noción, de la que ya se habían ocupado los estudios
tradicionales y diacrónicos del significado, está vinculada más a un enfoque
onomasiológico, pues parte de la posible existencia de un mismo concepto (y en
algunos casos, significado) que en la lengua puede expresarse mediante más de
un significante.
Por eso no
es posible abordar la sinonimia sin más especificaciones sobre el status
teórico de este concepto, tan vaga e imprecisamente usado en los propios
manuales de semántica. Así describe R. Adrados el criterio existente en el
estructuralismo antes de los inicios de la semántica funcional: "Se podía
llegar a postular la sinonimia sin necesidad de definir lo que era el
significado, sólo a partir de métodos formales".
Para ello podemos
empezar distinguiendo entre sinonimia absoluta y lo que algunos autores definen
como parasinonimia o cuasisinonimia. Lyons define la sinonimia absoluta de la
siguiente manera: dos términos son sinónimos si son intercambiables en todos
los contextos y tienen los mismos componentes semánticos.
En la bibliografía española,
ha sido G. Salvador el máximo defensor de la existencia de sinónimos absolutos.
Frente a los principios de economía lingüística o de repartición del
significado, observamos que hay casos de sinonimia absoluta en español en el
significado gramatical en los morfemas alomorfos, para lo cual podemos aportar
los ejemplos de -ba e -ía (del pretérito imperfecto de indicativo) y en las
formas -ara y -ese del pretérito imperfecto de subjuntivo.
La sinonimia absoluta,
que es teóricamente posible y puede ejemplificarse, está reducida casi
exclusivamente a determinados sectores del vocabulario. Mientras que no existe
en los lenguajes científicos (salvo casos como "palabra
grave"/"palabra llana") y es escasa en la lengua común, sí es un
fenómeno que es fácil observar y ejemplificar en la lengua coloquial. Sinónimos
absolutos de "borrachera" no hay uno, sino muchos; igualmente en el
campo del sexo o de los insultos es también patente esta sinonimia plena y
perfecta.
Recapitulando, para la
lexicología del contenido, la sinonimia depende de la equivalencia de dos
lexemas en el plano paradigmático y en el sintagmático. Por tanto, supondría
una coincidencia plena de todos sus rasgos distintivos y de su sustitución sin
cambio de significado- en todos los contextos sistemáticos en que los lexemas
sinónimos puedan aparecer.
Es conveniente definir
qué se entiende por sinonimia absoluta para dilucidar la polémica sobre su
existencia en las lenguas naturales. Para determinar más precisamente esta
cuestión, es preciso formular algunas reglas
que ayuden a determinar la sinonimia absoluta:
1. Dos lexemas sinónimos
han de tener exactamente el mismo semema (tanto la misma denotación como los
mismos valores asociados, estructurados a partir de oposiciones sistemáticas.)
Es decir, dos lexemas sinónimos tendrían la misma forma del contenido.
2. Dos lexemas sinónimos
deben tener las mismas distribuciones con el mismo significado contextual
sistemático, este último como consecuencia de su significación, no como causa.
3.
Dos lexemas sinónimos han de tener las mismas relaciones paradigmáticas de
inclusión y oposición de significado.
4.
Dos lexemas sinónimos han de pertenecer a la misma lengua funcional.
5.
Dos lexemas sinónimos han de pertenecer a la misma categoría gramatical.
La
sinonimia absoluta es un fenómeno excepcional en los sistemas lingüísticos
donde se ha estudiado, pero creemos, en contra de la opinión de la mayoría de
los lingüistas, que sí existe, aunque también es observable históricamente la
tendencia a la repartición.
Por
otro lado, la sinonimia absoluta es un fenómeno que se da con más frecuencia en
la lengua coloquial y en los registros más familiares, donde se puede
ejemplificar abundantemente.
Los
sinónimos de un lexema pueden ser léxicos y fraseológicos. En los primeros las
relaciones de equivalencia semántica se dan entre un lexema y otro lexema. Así,
el lexema 'torero' es sinónimo -en numerosos contextos- de 'toreador' y 'caro'
de 'costoso'.
Los
sinónimos fraseológicos sirven para establecer las relaciones de equivalencia
con un lexema . Así, para designar eufemísticamente 'manicomio' recurrimos a
'hospital psiquiátrico'; o para 'suegro' a 'padre político'. Cierto es que este
tipo de sinonimia fraseológica abunda más en un registro lingüístico, como es
el lenguaje administrativo, que tiende a este tipo de circunloquios, que en
alguna ocasión son "sememas construidos", como ya hemos visto en el
caso de 'establecimiento de hostelería'.
El
equivalente semántico de un lexema se puede representar mediante la sinonimia
fraseológica por medio de lexías complejas o por medio de expresiones ´ad hoc´. En el primer supuesto,
cabría considerar la posibilidad de que estuviéramos ante un caso de sinonimia
léxica. El segundo supuesto se emplea como un auxiliar para la definición
lexicográfica cuando no existe una palabra archilexemática o para lo que en la
teoría de la definición se denomina el principio de sustituibilidad.
Si
bien dos sinónimos para serlo han de compartir el mismo significado denotativo,
eso no quiere decir que dos lexemas con el mismo denotatum sean siempre
sinónimos. Por tanto, menos clara es la identificación de sinonimia con el
significado referencial o denotativo de un lexema, pues si en ocasiones, como
los ejemplos que acabamos de ver, el mismo significado referencial o denotativo
se puede entender como una forma de compartir rasgos distintivos, en otras,
podemos encontrarnos ante términos que son más bien opuestos en significación.
Por ejemplo, 'estudioso' y 'empollón', que tienen el mismo significado
referencial, pero no la misma denotación sistemática, cuentan con muchos
contextos en los que no sólo no son sinónimos, sino que son, de hecho,
antónimos.
1.4.3. La polisemia y la
homonimia.
Para
la determinación de las unidades discretas de contenido, una cuestión que la
semántica debe abordar es si un mismo significante puede adquirir diferentes
valores semánticos y, en ese caso, cómo considerarlos teóricamente: cuándo
determinamos que un mismo significante se escinde en varias unidades diferentes
y cuándo se mantiene como tal unidad, a pesar de presentar variantes de
contenido. Para dilucidar este asunto, pensamos que puede ser de gran utilidad
aplicar los métodos y procedimientos de determinación del significado del
análisis en rasgos distintivos y de los campos léxicos.
Por
tanto, hay que plantearse el problema de las unidades léxicas en cada lengua
natural como un elemento (palabra, lexema o cualquier unidad que se postule
como equivalente) dotado de un valor unitario y que, o bien el hablante percibe
como una unidad indivisible o bien, para el modelo que el lingüista elabora,
aparece como una unidad funcional indivisible. Esto quiere decir que una unidad
léxica, entendida como unidad discreta en el seno de una lengua determinada, no
está dividida en varias significaciones sistemáticas, aunque pueda tener varias
designaciones y diversos valores contextuales. Porque, como subraya Lamíquiz,
"una unidad lexemática es exclusiva y específica de una lengua concreta
dada". Por ejemplo, en español 'reloj' puede designar diversos tipos de
'máquinas que sirven para medir el tiempo', según lo define el DRAE, pero es
una unidad léxica indivisa, mientras que las palabras del inglés 'watch' (reloj
de pulsera o bolsillo) y 'clock' (cualquier instrumento para medir el tiempo
que no sea 'watch') o las del francés 'horloge' (reloj de torre o de pared) y
'montre' (reloj de bolsillo o de pulsera) son, en cada uno de sus respectivos
sistemas lingüísticos, unidades léxicas diferenciadas en su significado
sistemático, no sólo porque estén revestidas de dos significantes distintos,
sino porque tanto en la estructura léxica de la lengua francesa como en la de
la inglesa son dos formas de contenido diferentes.
Es
de sobra conocido que estos dos conceptos provienen de la semántica diacrónica.
En su definición tradicional, la homonimia era una coincidencia de dos palabras
históricamente diferentes, con etimología distinta, pero que, por su proceso
evolutivo, habían confluido en la misma forma significante (como 'coso', del
verbo 'coser' y 'coso', "recinto", palabras cuyos étimos no tenían
nada en común). Mientras que para este enfoque diacrónico la polisemia era la
diversificación de significado de una misma palabra, lo que implicaba siempre
un cierto parentesco entre sus distintos 'significados' o 'acepciones' (por
ejemplo, del significado originario de 'plano' derivarían diversas acepciones,
que serían los significados de la misma palabra y que, aunque diferenciadas
semánticamente, no dejarían de seguir perteneciendo al mismo signo y teniendo
un denominador común). Por eso, es preciso replantear esta tradicional
diferenciación a la luz de la semántica estructural, tanto por lo que se
refiere a los aspectos teóricos implicados por estas cuestiones como por su
trascendencia para la delimitación de las unidades léxicas.
Desde
un punto de vista sincrónico, muchas "polisemias" cabe considerarlas
como homonimias, con arreglo a los principios metodológicos de la semántica
estructural. Por tanto, la homonimia sincrónica se daría cuando bajo una misma
forma significante existieran varias unidades discretas de contenido,
independientemente de su origen común o diverso.
También
podemos considerar que existe polisemia sincrónica cuando la diversificación
semántica de un lexema a partir de un núcleo sémico común nos permite
concebirlo como una unidad de contenido. Por ejemplo, 'vicio' en español
aparece como una unidad escindida, lo que se manifiesta en la diferencia en la
serie derivativa 'vicioso' frente a 'viciado', pero hay un núcleo sémico común
que nos permite señalar que, como mínimo, hay que considerar las dos
significaciones de 'vicio' como sinónimos aproximados.
El
primer problema que se nos plantea, pues, es el de decidir si consideramos o no
como la misma unidad léxica las variantes semánticas del mismo lexema, que
obviamente proceden de una etimología común, pero que ya no comparten un
significado sistemático idéntico. Para lo que se nos plantea un problema
adicional: el dilucidar cuáles son los criterios para determinar que ya no tienen
el mismo significado. De tal forma, prescindiendo del origen común de las
formas de lexema totalmente diferenciadas, podemos considerarlas como unidades
léxicas distintas o no, para lo cual la semántica requiere unos criterios
claros y coherentes con el conjunto de la teoría. En casos como 'pegar' es
indiscutible que estamos ante dos unidades semánticas plenamente diferenciadas,
que pertenecen a paradigmas distintos ('pegar1':'adherir', 'fundir',
'insertar', etc; y 'pegar2': 'golpear', 'maltratar', etc.) y que reúnen los
requisitos formales, de los que luego hablaremos, que permiten deslindar dos
sememas diferenciados, sin intersecciones. Pero no siempre es tan fácil trazar
esas fronteras, como sucede con el ejemplo de 'vicio', por lo que tendremos que
concluir que -incluso en sincronía- hay transiciones entre estos dos conceptos.
Además,
para delimitar sincrónicamente el concepto de polisemia nos veremos obligados a
recurrir a la cuestión de qué se entiende por significado y cómo se distingue
éste de la designación y de la denotación, pues podemos reconocer fenómenos de
lexemas pluridesignativos que no necesariamente son lexemas polisémicos en
sincronía. En una lengua son muchos los lexemas que pueden designar una
pluralidad muy variada de objetos muy diferentes, sin que por ello podamos
aportar ningún argumento para sostener que poseen varios significados. El hecho
de que el lexema inglés 'fish' designe indistintamente una especie animal y un
tipo de comida, contenidos que en español están expresados mediante 'pez' y
'pescado' respectivamente no quiere decir que exista polisemia, pues en el
sistema lingüístico al que pertenece ese significante no hay más que una forma
del contenido, entendida ésta como delimitación de la sustancia del contenido
que se puede manifestar en unidades funcionales.
Los
fenómenos de la homonimia y polisemia afectan a los problemas de la
multifuncionalidad de los significantes. En realidad, como señalan los
semantistas estructurales que se han ocupado de la cuestión, no hay unidades
polisémicas, sino significantes polisémicos.
Por
otro lado, la investigación de las relaciones entre el significante y el
significado lingüístico, tal como funciona éste en la lengua, en el interior
del sistema, nos ayudará también al esclarecimiento del propio problema del
significado. Por ejemplo, en español 'cerrar' tiene la posibilidad de referirse
a acciones o eventos diferentes, posibilidad quizá determinada sintagmáticamente: "cerrar la puerta"
; "cerrar un negocio"; "cerrar un asunto". Sería muy dudoso
considerar que estamos ante un caso de polisemia. A lo sumo podríamos suponer
la existencia de variables contextuales, de distribución.
No
se puede considerar que hay polisemia en el supuesto de que una unidad léxica
mantenga en una lengua una relación de designación o referencia con dos o más
objetos o conceptos. Por ejemplo, en inglés 'knife'[10][1] puede aplicarse a
diversos objetos distintos (al igual que el lexema del francés 'couteau'), que
en una lengua como el español se expresan mediante lexemas claramente
delimitados en su campo léxico: 'cuchillo' y 'navaja'.
El
hecho de que las diferencias entre polisemia y pluridesignación se puedan ver
más claramente a la luz de comparación de lenguas, como acabamos de ver en
ciertos ejemplos que no son más que un pequeño botón de muestra, refuerza la
suposición de que el significado léxico en cada lengua es un fenómeno
arbitrario, idiomático e intralingüístico, hipótesis plenamente confirmada al
menos en determinados sectores del vocabulario.
Más
clara es la determinación de la no existencia de la polisemia en otro ejemplo,
con el mismo lexema, o al menos la misma forma de lexema. Volvamos al caso ya
visto, de 'cerrar', propuesto por G. Salvador. La expresión "Cierra la
puerta" (que, sin más especificaciones contextuales, puede referirse, o
bien, a la idea de encajar la puerta en el marco, o, por el contrario, a
"cerrar con un pestillo o tranco", 'candar', 'atrancar' o 'trancar')
que en inglés se podría traducir por 'close' y 'lock', respectivamente, (pues
este idioma separa claramente estas dos significaciones, al menos en ciertas
distribuciones) no tiene más ambigüedad lingüística en español que "He
comprado una casa", donde no sabemos qué tipo de vivienda es. Estaríamos
en todo caso ante una ambigüedad referencial, pero no de significado
lingüístico.
Caso diferente sería 'cartera',
pluridesignativo en nuestra lengua, frente a 'wallet' y 'case', del inglés,
pues este lexema español puede designar una cartera de mano y un portafolios,
respectivamente, pero guardan relaciones semánticas muy diferentes al lexema
'cerrar', porque las distintas significaciones de 'cartera' pertenecen a
distintos paradigmas léxicos. Este sería, una vez más, un argumento
complementario para mostrar que significado lingüístico y designación no son
conceptos asimilables.
La
polisemia de una forma significante, además de suponerse por las diferencias
sustanciales y contextuales de sus variantes, puede estar formalizada en la
lengua en las series derivativas (del español 'pastor' en sus dos supuestas
"acepciones" de 'pastor de almas' y 'pastor de ganado' tenemos
respectivamente los derivados 'pastoral' y 'pastoril', cuya diferenciación
semántica es sistemática) y se puede verificar mediante otros procedimientos
puramente lingüísticos. No se trata, pues, de una decisión arbitraria del
lingüista considerar polisémicas determinadas palabras y pluridesignativas
otras, aunque la verificación de esta dicotomía no está exenta de problemas.
En
primer lugar, es preciso decir que los criterios diacrónicos de determinación
de la homonimia funcionan siempre: cuando dos palabras distintas, sin ninguna
relación significativa, han coincidido en la misma forma por su evolución, han
de ser consideradas unidades diferenciadas. Pero los criterios sincrónicos de
determinación de la polisemia no son siempre tan claros. Por eso es necesario
atender qué criterios estructurales se han aportado para la determinación de la
homonimia sincrónica. Estos criterios, que se atienen a pautas formales
-paradigmáticas y sintagmáticas- de determinación del significado, expuestos,
entre otros, por Benveniste y Gutiérrez, proporcionan un instrumento preciso y
útil para la dilucidación de la homonimia en sincronía, pero en principio, al
menos teóricamente, no resuelven todos los casos de escisión de un lexema con
un significado originariamente unitario, por lo que también es preciso acudir
al análisis sémico para determinar la existencia de diversas unidades léxicas
bajo la misma forma significante.
Dado
que las relaciones semánticas que se dan en un campo léxico se verifican dentro
de una misma categoría gramatical, si dos formas idénticas pertenecen a
distintas categorías gramaticales, son palabras homónimas. Obviamente, no puede
haber un núcleo sémico común entre 'tira' (verbo) y 'tira' (nombre) ni se puede
suponer el mismo semema a 'puro' (nombre) y 'puro' (adjetivo).
Benveniste,
en su discusión de la homonimia del francés 'voler' ('volar' o 'robar'), sitúa
el punto de vista del 'signifié' en el centro de sus reflexiones sobre la base
de su pertenencia a dos clases semánticas diferentes. En principio nos
encontramos aquí ante la solución de la homonimia en el campo léxico, tal como
Porzig y Weisgerber la defienden expresamente. Sin embargo, Benveniste
introduce otros criterios: la construcción gramatical y la serie derivativa, de
la que acabamos de hablar. Es decir, cuando un signo léxico tenga dos
significados, es posible que en la lengua esté lexicalizada esa diferencia
desde el momento en que haya dos derivados para cada uno de sus significados.
Así, tendríamos en español con verbos polisémicos como 'aprobar' cuyos
respectivos derivados 'aprobado' y 'aprobación' muestran esa escisión
semántica. Dicho de otra forma, 'aprobar' podría considerarse homonimia
sincrónica. Como veremos, además, la forma de lexema 'aprobar' funciona en dos
paradigmas distintos: 'aprobar1' vs. 'suspender'; 'aprobar2' vs. 'rechazar' y
en el primer caso, los complementos directos con los que sería compatible el
lexema 'aprobar' son mucho más reducidos que los que funcionarían en el
segundo. Por otro lado, contamos con la complejidad de 'aprobar1', derivada de
una multidireccionalidad similar a 'alquilar', pues tanto puede referirse al
sujeto como al objeto de la acción. Sin embargo, entre los dos supuestos
lexemas correspondientes a la forma 'aprobar' hay un evidente denominador
común.
Desde
un punto de vista estrictamente sincrónico, de lexicología del contenido, cada
una de las formas de palabra que tuvieran una descripción semántica y un funcionamiento
semántico diferente debería considerarse como unidad léxica independiente y
diferenciada. Este es uno de los principios que, desde Weisgerber, ha sentado
la semántica estructural respecto del status de la homonimia sincrónica. A los
homónimos -formas idénticas con diferente significación- no se les puede
asignar el mismo papel ni la misma función en el sistema, al menos desde el
punto de vista de su significación.
En
ocasiones la polisemia puede ser sólo un problema de variantes de las
invariantes, siempre que exista un núcleo sémico común y unas distribuciones
complementarias. Pero en otros casos hemos de proponer que estamos ante
unidades diferentes, con lo que sincrónicamente nos encontraríamos ante una
situación similar a la homonimia.
Además,
la unidad léxica se corresponde con el concepto tradicional de
"palabra", de tal manera que en un paradigma léxico pueden existir
tanto lexemas simples como perífrasis léxicas ya no descomponibles (lexías
complejas en la terminología de Pottier). De acuerdo con esto, 'silla
eléctrica' debería considerarse una unidad léxica, unidad que mantiene
relaciones de conjunción y disyunción semántica con 'cámara de gas', 'garrote
vil' o 'guillotina', todos ellos pertenecientes a la dimensión
"instrumentos de ejecución".
1.4.4. La oposición de significado: la antonimia
La antonimia es la relación que existe entre
vocablos que tienen significados opuestos. Se pueden establecer varios tipos de
oposiciones; las principales son:
a)
Antónimos binarios o
complementarios: son parejas de significados incompatibles: la afirmación de uno
significa la negación del otro:
muerto/vivo; varón/ mujer; verdadero/falso;
cerrado/abierto; día/noche
b) antónimos inversos o recíprocos: son
parejas de palabras que describen una misma sitiación o relación desde dos
puntos de vista diversos:
encima/debajo; padre/hijo; comprar/vender
Si A es
el padre de B; entonces B es el
hijo de A.
Si A
está encima de B; entonces B
está debajo de A
Si A vende algo a B; entonces B compra algo a A
Si A entrega algo a B; entonces B recibe algo de A.
c)
antónimos de grado: se
trata de dos palabras que representan los polos
opuestos de una escala ; como joven/
viejo; frío/ calor; alto/bajo; crudo/cocido; rico/ probre etc. Se
diferencia de los complementarios porque si bien se trata de cualidades que no
pueden darse al mismo tiempo; es posible, en cambio, que no se dé ninguna de
las dos.
Las
relaciones de oposición de significado entre los signos léxicos se presentan en
principio, e independientemente de su status teórico, como una noción muy
intuitiva para el hablante nativo de una lengua natural, como el español. Es un
hecho corriente que para cualquier usuario del idioma una palabra pueda evocar
su opuesto de una manera inmediata. Por ejemplo 'grosero' y 'maleducado' se
asocian simultáneamente con 'educado'; 'nuevo' con 'viejo'; 'caro' con
'barato', etc. Sin embargo, no todas las oposiciones semánticas que se dan en
un sistema lingüístico son tan inmediatas y evidentes. El estudio de la
estructura léxica nos permitirá abordar la complejidad que pueden alcanzar las
oposiciones semánticas de los lexemas dentro de los paradigmas léxicos, así
como la relevancia y las consecuencias teóricas del fenómeno de la oposición
semántica.
Una
de las principales tesis -o hipótesis- de muchos de los autores de semántica
funcional es que el léxico de una lengua está estructurado, esto es, está
formado por unidades que funcionan por medio de oposiciones de significado. La
oposición semántica es una de las relaciones que estructura y delimita la
significación (o sentido, según las opciones terminológicas de los autores) de
los signos léxicos.
La
antonimia, la complementariedad, la inversión y las demás clases de oposición
semántica debemos considerarlas como una relación entre significados, de
acuerdo con los métodos de la lexicología del contenido, no como una relación
entre significantes, a pesar de que pueda haber algún grado de regularidad
formal asociado a ciertas relaciones semánticas, sobre todo en el léxico
terminológico o en la lengua culta. Pues hay ocasiones en las que se produce
una antonimia marcada formalmente por medio de prefijos y sufijos, lo que
algunos autores llaman antonimia gramatical. Por ejemplo, el prefijo anti- (con
la significación de 'contrario a') es un procedimiento para formar antónimos:
'anticomunista' se opone a 'comunista' de la misma forma que 'antifascista' a
'fascista' (aunque la negación semántica de 'comunista' no necesariamente es
'anticomunista', pues 'comunista' se opone también a otros lexemas, como
'liberal', 'socialista', etc.). Lo mismo sucede con pares antonímicos que
funcionan en español como raíces prefijas o sufijas: filo/fobo, mini/maxi, etc.
Es constatable que este tipo de oposición semántica es más frecuente en los
niveles menos idiomáticos del vocabulario, aunque en este último también lo
podemos encontrar: 'minifalda' y 'maxifalda' pertenecen al léxico común, si
bien son acuñaciones procedentes de lenguajes específicos, como es el de la
moda, que implica que no siempre hay un creador tan colectivo y anónimo como el
de la lengua común, pues se vale de unos procedimientos de acuñación
neologística similares a los de una terminología, lo cual no evita que sus
términos más usuales se hayan incorporado a la lengua común.
La
relación de oposición de significado implica y requiere la existencia
simultánea de relaciones de conjunción y disyunción de rasgos semánticos entre
los lexemas opuestos. Sin conjunción de rasgos, sin coincidencia de al menos
algún aspecto del significado, no es posible que dos lexemas sean opuestos, ni
antónimos. Es decir, la antonimia implica algún grado de afinidad semántica,
además de la disparidad de significado. Este principio puede ser considerado
general y no admite excepción: sin base semántica común no es posible que dos
lexemas se opongan en un paradigma léxico. La oposición entre los lexemas
'rico' y 'pobre' requiere un rasgo o una dimensión comunes, aunque no exista en
español un término genérico o archilexemático que los englobe a los dos. De
hecho, en el habla, en este caso pueden funcionar los dos como término
genérico.
No
es ocioso, por otro lado, formular igualmente la pregunta de si todos los
lexemas tienen opuestos. A lo que hemos de responder que es muy difícil
encontrar en la lengua española, incluso en el léxico especializado, palabras
totalmente aisladas, a las que no se pueda asignar ningún término que mantenga
una relación semántica de conjunción y disyunción de semas.
Una
de las tareas de la lexemática es analizar -a partir de determinados ejemplos-
en qué se oponen los lexemas dentro de los campos léxicos. El tipo de contenido
del que se ocupa el estudio de la teoría del campo en su versión estructural,
aunque no siempre se reconozca explícitamente, abarca todo el significado
condicionado por la forma del contenido. Dentro de los campos léxicos, las
unidades lexemáticas se distinguen entre sí mediante rasgos distintivos mínimos
de sentido o semas. Así, en la oposición paradigmática entre 'profesión'
("empleo, facultad u oficio", según el DRAE) y 'oficio'
("ocupación habitual", de acuerdo con el DRAE), la tarea de la
lexemática es determinar los rasgos semánticos pertinentes que establecen
dichas oposiciones distintivas, que no están expresados en la definición
académica de una forma plenamente válida. Además, la lexemática también deberá
describir cómo se oponen entre sí las unidades lexemáticas, pues los lexemas se
oponen a otros lexemas afines semánticamente en paradigmas continuos, pero de
distinta forma según el tipo de campo léxico del que se trate.
No
debemos olvidar la importancia de este principio metodológico: en cada lengua
funcional es donde realmente funcionan las oposiciones semánticas. Por tanto,
no podemos establecer oposiciones sistemáticas de significado entre lexemas que
pertenezcan a lenguas funcionales distintas ni debemos dejar a un lado en el
análisis estructural de un lexema o de un campo cuál es la lengua funcional en
la que realmente se registra su presencia. Por ejemplo, si estamos hablando de
los términos asociados a 'suerte', es posible comparar dicho lexema con
'desgracia', 'azar' o 'fortuna', pero no podemos establecer una relación (de
afinidad semántica ni de otra clase) con 'potra' o 'chorra', porque al
pertenecer estas dos últimas a otro registro o nivel de lengua, no es posible
aplicar el método de la conmutación. La oposición sólo funcionaría dentro de la
misma lengua funcional, como se pone de manifiesto en otros ejemplos que se
pueden aportar.
También
aquí es conveniente trazar una distinción entre una semántica estática
-producto de la generalización y abstracción de usos- y una semántica dinámica
que tenga en cuenta las realizaciones de significación. Nosotros vamos a
considerar sólo las oposiciones que, de manera constante y sistemática,
mantiene una unidad léxica con las demás del sistema de la lengua, pero no
podemos olvidar la relevancia que para el cambio semántico tiene la aparición
de nuevas oposiciones, sobre todo por la neutralización.
En el estudio de las
oposiciones, tenemos que determinar si los lexemas se oponen solamente en un
sema o, si, por el contrario, las unidades lexemáticas de un mismo paradigma se
diferencian en más de un sema. La antonimia es una relación a la que no se
pueden aplicar las oposiciones de la fonología más que parcialmente, pues la
oposición léxica es más compleja que la fonológica.
Podemos
encontrarnos con antónimos exactos y absolutos en el paradigma: 'guapo' / 'feo'
; 'muerto' / 'vivo', etc... y con otros casos en los que no sea tan fácil
encontrar la respuestas a cuál es el antónimo de un lexema, según la
distribución del lexema en cuestión y también si dicho lexema se opone a otros
del mismo campo en más de una dimensión. Pero
no siempre hay un solo antónimo o término opuesto para un lexema en el sistema
o sistemas de la lengua.
Podemos
encontrarnos en muchos casos con el hecho de que un lexema puede tener más de
un término opuesto sistemático por muchos motivos: por razones de distribución
(tenemos el archicitado caso de 'civil' vs. 'militar', según los contextos en
que se emplee), por las dimensiones en las que se oponga (un término de
parentesco como 'padre' se opone a 'abuelo', 'tío', etc. en virtud del eje
sémico que apliquemos para la relación) o porque el paradigma al que pertenezca
el lexema presente diferencias de grado o de otro tipo, como cadenas, series,
etc. que impidan establecer una asociación absoluta e inmediata con un único
lexema opuesto.
Las
oposiciones dicotómicas o binarias son un tipo de oposición semántica que se da
sólo entre dos términos, como la que existe entre 'vivo' y 'muerto'.
Es
cierto que muchas de las oposiciones lingüísticas son binarias, que un sistema
de oposiciones estrictamente binario sería el más económico para la descripción
del léxico. Pero no lo es menos que con frecuencia un término se opone a otro
desde un determinado punto de vista y a otro todavía desde uno diferente, lo
que va contra el binarismo. Aparte de que existen las llamadas cadenas, en que
se da una oposición gradual entre diversos términos: por ejemplo, los que designan
los diferentes períodos de la vida humana o los grados militares, etc. Y la
posibilidad de combinar árboles y cadenas en las oposiciones semánticas.
Esta
concepción más compleja de las oposiciones semánticas del léxico, junto con la
existencia de unidades poliparadigmáticas, se puede aplicar a la antonimia y a
la oposición de significado en general. Ya hemos visto que no siempre hay una
respuesta única a la pregunta de cuál es el antónimo u opuesto de tal o cual
lexema. Como vemos en el caso de 'civil', que, según la dimensión en la que
funcione, o el paradigma al que pertenezca, se opone a 'militar' o bien a
'religioso', 'eclesiástico' o 'canónico', diferentes oposiciones a su vez
condicionadas por las relaciones sintagmáticas que contraigan estos adjetivos.
Nos
interesa, por tanto, la gradación como hecho semántico dentro de las lenguas
naturales. La gradación es un fenómeno restringido en el plano semántico, es
decir, no todos los lexemas pueden ser graduables. Por ello, hemos de analizar
qué características semánticas tienen los adjetivos o adverbios graduables. En
el léxico idiomático, lo más destacado es una mayor indeterminación, o al
menos, imprecisión, de su significado denotativo y un predominio de su
significado relacional o contrastivo. Es obvio el carácter relativo del
significado referencial de los lexemas graduables.
También
hay una vinculación entre la gradación semántica y la experiencia inmediata.
Sin embargo, conviene tener presente que lo que estamos graduando en series
como 'frío', 'templado' y 'caliente' no tiene un correlato preciso y exacto
desde el punto de vista de su denotación. Este fenómeno de la gradación se da
más en los lexemas que designan "denotata" concretos que en los
abstractos. Asimismo, es constatable que se asocian con mucha frecuencia
gradación y valoración, entendida esta última como percepción de cualidades
lexicalizada en la lengua.
Las
relaciones opositivas que puede tener un lexema guardan también una estrecha
relación con sus posibilidades de distribución. Veamos los siguientes ejemplos:
'dulce' tendrá antónimos diferentes según nos refiramos a las diferentes
distribuciones o "colocaciones" de este lexema y según cuál sea la
dimensión en particular en que dicho lexema se opone a otros de los mismos paradigmas
en los que puede aparecer. Es más, incluso sin aceptar plenamente la
determinación conceptual, estas distribuciones tan diferenciadas pueden ser un
indicio para pensar que no estamos ante la misma unidad, aunque en este caso
sería exagerado, porque hay un indiscutible núcleo sémico común. Así, tenemos
que la oposición 'dulce' / 'salado' es aplicable sólo a determinados
sustantivos, mientras que la oposición 'dulce' / 'amargo' es, a su vez, sólo
compatible con un conjunto de sustantivos diferente del anterior. En el primer
caso la distribución del lexema 'dulce' se limitaría a las comidas en general y
en el segundo a ciertas bebidas (como 'café' o 'té'). Pero las variantes
distribucionales de este lexema no acaban ahí. Si 'dulce' se combina con
'vino', entonces sus opuestos ya no son ni 'salado' ni 'amargo', sino
'oloroso', 'amontillado', 'seco', etc.
La
misma variedad de oposiciones en función de los contextos sistemáticos
observamos en 'humilde', cuyos antónimos pueden ser 'altivo' o 'soberbio', por
una parte, y 'rico', por otra, según nos refiramos a cualidades morales o
materiales, respectivamente. Es frecuente, además, que estos lexemas cuyos
opuestos varían según su distribución, sean unidades poliparadigmáticas. Veamos
los distintos paradigmas a los que pertenece y en los que funciona 'humilde'.
Por un lado, tenemos que se opone a 'rico', 'pobre', etc., en el sentido de
'riqueza (material)'. Pero, por otro, se relaciona con otro paradigma, el
formado por los lexemas 'modesto', 'soberbio', etc. si nos referimos a
'carácter'. Aunque 'humilde' mantiene en español un núcleo sémico común en
todas sus distribuciones, el funcionamiento de esta unidad como lexema-puente
puede provenir de la disociación entre denotación material y no material del
lexema o del conjunto de lexemas de los distintos paradigmas léxicos
mencionados.
1.5.
El cambio semántico
Los sistemas lingüísticos tienen una
doble tendencia al cierre (que permite mantener una estabilidad de sus
significados, lo que hace posible la comunicación) y a la apertura (la continua
necesidad de expresar nuevos significados, de ampliar las posibilidades
designativas de los signos). Por eso, como sucede con las propias normas y
valores de las sociedades humanas, las reglas que rigen las relaciones entre
las palabras y la realidad no son eternas, cambian a lo largo del tiempo.
El cambio semántico es relevante no
sólo históricamente. También en la actualidad hay numerosos procesos de cambio
en el idioma. Pensemos en palabras como ´matrimonio´ o ´eutanasia´, que en 2010
no significan exactamente lo mismo que hace pocos años: han ampliado su
denotación.
Las causas del cambio semántico son
muy variadas:
a) Metáfora. Es la
más común en la lengua hablada. La metáfora es una figura retórica que
identifica un término real con otro imaginario, de forma que se amplía su
denotación si ese sentido figurado se consolida en el sistema de la lengua.
Entre el significado originario y el nuevo significado existe alguna relación
de semejanza: ‘hoja de árbol’ / ‘hoja de papel’.
b) Se ha hablado de
causas históricas, cuando un objeto cosa puede cambiar de forma o de uso
mientras su nombre subsiste: pluma / pluma estilográfica. Sería otro caso de
metáfora extendida.
c) También se ha
hablado de causas sociales cuando una palabra técnica puede cambiar de
significado cuando pasa a emplearse en la lengua general (plural –en
lingüística- / plural), o viceversa (afición / afición –en tauromaquia-).
d) Metonimia: Existe
algún tipo de relación que no es la de semejanza: causa-efecto, proximidad,
autor-obra, etc... (una copa, referido no sólo al continente, sino también al
contenido)
Elipsis: La omisión
de un término del sintagma originario ha causado el cambio: ‘un cigarro de
tabaco puro’ > ‘un puro’.
e) Eufemismo.- Se
produce por querer evitar un término (tabú) cuyo significado tiene
connotaciones
temibles, desagradables, ofensivas o indecorosas. El eufemismo será el nuevo
termino con el que se alude a ese significado: vejez > ‘tercera edad’.
´retrete´.
f)
Extensión de sentido.
g)
Restricción de sentido.
Los cambios semánticos se pueden producir por extensión y
por restricción de sentido. En el primer caso tenemos todos los ejemplos de
polisemias lexicalizadas (pico, pluma, hoja, etc). El segundo es más propio de
los lenguajes técnicos. Así, ´sujeto´ en gramática; ´especie´ en biología;
´valor´ en economía, tienen un significado restringido más preciso que el
propio de la lengua común.
Los cambios de sentido no se pueden
asimilar sin más a cambios morfológicos.
Cuando el latín sustituyó ´os, oris´ por ´bucca´ (español actual: ´boca´) se
operó un cambio morfológico, pero no semántico.
Para la semántica léxica estructural, el cambio semántico
más relevante es el cambio semántico funcional, que se produce cuando se
modifica un campo léxico y, por ende, los semas de todos o alguno de sus
componentes. Sería una reducción o ampliación del valor de una unidad léxica
dentro del campo. Por ejemplo, cuando en español se consolida el anglicismo
´sándwich´, con el sema específico [de pan de molde], se restringe el valor de
´bocadillo´. Un cambio de este tipo pasa desapercibido si no se tiene en cuenta
la teoría del campo léxico. Lo mismo ha sucedido en la historia de la milicia
cuando se han introducido nuevos grados (sargento, alférez, teniente coronel), que
han reestructurado el valor de todo el campo léxico.
Desde
el punto de vista de la semántica tradicional, que sigue siendo parcialmente
válido, con matizaciones, y que es el que emplean casi todos los libros de
texto, el cambio semántico se entiende como una relación entre un significante
y un significado. Desde esta óptica se estudiaban la formas y causas del cambio
semántico. Así, se estudiaban dos formas de cambio semántico: la «ampliación de
sentido» ('hoja', del árbol, es también) o la «restricción de sentido»
('pacare' -aplacar-, que se refirió después sólo a aplacar al acreedor, o sea,
'pagar'.). Para la semántica estructural, lo relevante en estos casos es
estudiar si han aparecido o desaparecido rasgos distintivos y si se ha
producido un cambio en la forma del contenido, que sería el auténtico cambio
semántico.
Un
cambio semántico por "convención" es el que emplea el lenguaje
científico. Así, ´especie´ es un término que en el lenguaje biológico adquiere
una significación particular, determinada "a priori", mucho más
exacta y precisa que las múltiples designaciones que puede tener en la lengua
común.
Es
evidente que la historia de las palabras nos muestra mucho sobre cómo ha
evolucionado la cultura que subyace a la lengua y el análisis etimológico -sin
caer en el no siempre válido principio de composicionalidad- nos aporta una
luz interesante para analizar el significado de los vocablos de una lengua.
Entre
las causas del cambio semántico tenemos determinadas «figuras retóricas» que
también existen en la lengua coloquial, tropos que implican una asociación de
ideas, como la metáfora ('sierra', cadena de montañas, a semejanza de la
herramienta con la misma forma; 'cerdo', 'lince', 'burro', con cambios
semánticos generalizados), la metonimia (el fuego tomó el nombre del focus
(hogar); la sinécdoque (el nombre del conjunto es el de la pieza más
importante, como 'molino', la pieza que muele, que pasa a designar el aparato
entero).
Los
eufemismos ('devolver', por 'vomitar'; 'váter', por 'retrete') también provocan
cambios semánticos, más bien de significante, pues no afectan a la forma del
contenido. Un caso de ampliación semántica ligada a la metáfora es el cambio
por razones expresivas, propio de la lengua coloquial "no me
presiones".
Los
cambios no se dan de la misma forma en todos los niveles del lenguaje. La
lengua familiar y coloquial es más espontánea y evoluciona con más rapidez,
mientras que la lengua científica es más conservadora. En esta última el
lenguaje ha creado un cambio de sentido del significante por innovación, cuando
no recurre al neologismo, estableciendo convencionalmente una especificación de
sentido que sólo rige en determinadas áreas del saber. Por ejemplo, 'especie'
en biología; 'límite' en matemáticas, etc.
Para
la semántica estructural, para la lexicología del contenido, lo esencial es
analizar el cambio semántico de las unidades léxicas en el ámbito de las
estructuras semánticas. La principal aportación de la lexemática diacrónica es
el concepto de cambio semántico funcional, que no es un cambio en la expresión
ni un cambio de significado, sino un cambio en el significado.
Un
cambio semántico no altera necesariamente toda la estructura léxica, sino sólo
aquellas relaciones opositivas que se vean afectadas por la modificación de
significado.
Los
cambios en el significado se traducen en la aparición o desaparición de una
oposición semántica, es decir, en la creación o supresión de rasgos distintivos
pertinentes. Los préstamos sólo pueden considerarse cambios semánticos si modifican
la forma del contenido de algún lexema o implican una reestructuración de un
paradigma léxico. En caso contrario, serían puras sustituciones de carácter
formal.
La
ruptura de las reglas combinatorias de un lexema en sus contextos sistemáticos
no sólo modifica las relaciones sintagmáticas de esa unidad, sino que conlleva
transformaciones en el paradigma léxico de la lengua en cuestión. Por último,
el cambio semántico se da tanto la tendencia a crear oposiciones nuevas como a
suprimirlas, a la generalización como a la especialización, lo que refuerza más
la tendencia a la arbitrariedad.
1.6.
Fraseologismos, colocaciones y otras expresiones fijas
Las unidades léxicas no se
corresponden sólo con una forma de palabra. Ya hemos visto que a una forma de
palabra le pueden corresponder dos unidades léxicas distintas (en los casos de
la homonimia y la polisemia). Y también que a dos formas de palabra pueden
corresponder dos unidades léxicas distintas (sinonimia absoluta).
Además de estos casos tenemos las
lexías, llamados también lexemas complejos o lexías complejas, en los que dos o
más palabras constituyen una expresión fija que funciona en la práctica como
una sola unidad: ´pareja de hecho´, ´guardia civil´, etc.
Por otro lado, hay muchas
expresiones idiomáticas que deben analizarse como unidades, porque no se pueden
descomponer semánticamente en partes: darse el piro, tenerme sin cuidado,
pasarse tres pueblos, etc.
Lo que comúnmente se denomina
“frases hechas”, intraducibles salvo por una palabra o expresión similar (si la
hubiere) forman parte de lo que se denomina “discurso repetido”, manifestación
nada creativa del lenguaje. Son expresiones fosilizadas, empleadas de forma
oportuna para diversas situaciones de comunicación.
Los refranes, los dichos y las
locuciones son muestras de esta fraseología que está a mitad de camino entre el
léxico y la sintaxis y que suele ser típica de la lengua coloquial, además de
ser un exponente de lo más idiomático de la lengua española. Para su
conocimiento recomendamos El diccionario fraseológico documentado del español
actual, de Manuel Seco (Ed.Aguilar), que es una fuente rica y rigurosa donde se
pueden encontrar numerosos ejemplos de esta fraseología del español.
2.
Relación entre el aprendizaje del léxico y las competencias comunicativas.
Aunque el léxico no es el componente
central que organice los discursos (ya hemos visto que un buen orador puede
serlo con un dominio de la sintaxis práctica), un vocabulario rico y preciso y
empleado adecuadamente refuerza claramente las competencias comunicativas.
Por eso, en la enseñanza se trata de
conocer un léxico más abundante, diferenciar y delimitar su significado y saber
usarlo en los contextos sistemáticos y en los niveles lingüísticos adecuados.
Para mejorar la competencia lingüística:
-
Saber usar el léxico en contexto.
-
Mejorar la comprensión lectora (ya hemos visto que no es el factor más
importante, salvo cuando se trata de palabras clave)
-
Enriquecer la expresión escrita
3.
Criterios para seleccionar el léxico que debe ser estudiado.
Hay
dos preguntas a las que un profesor debe responder:
-
Qué léxico aprender en la etapa escolar.
-
Qué vocabulario necesita un alumno de primaria.
El
léxico de una lengua es inabarcable, por lo que hay que acotar el léxico que se
debe estudiar sistemáticamente:
Ya
hemos visto dos criterios
a)
Frecuencia
b)
Funcionalidad comunicativa
El estudiante de primaria necesita conocer el léxico
instrumental común a todas las materias (el vocabulario abstracto general, que
no son términos especializados), los tecnicismos de las diferentes disciplinas
de estudio y el vocabulario básico imprescindible para desarrollar las
capacidades comunicativas: los adjetivos de los principales campos semánticos
de la descripción, los nombres abstractos de los conceptos imprescindibles para
la argumentación, etc.
4.
La adquisición del léxico.
El léxico más elemental se adquiere por un hablante nativo
de forma natural. Pero el léxico más especializado y el propio de la lengua
escrita se aprenden a través de la lectura. Hay que especificar que lo que
realmente aprende el lector es su familiarización con nuevas formas léxicas y
una idea más o menos vaga de su significado. Este grado de conocimiento preciso
del vocabulario más culto es también variable según los hablantes. Cuanto mayor
sea su caudal de lecturas y de reflexión (consulta de los diccionarios) también
mayor será su riqueza real.
El estudio sistemático del vocabulario debe ir hacia una
memoria asociativa del vocabulario aprendido y de un estudio sistemático de los
aspectos formales y semánticos de las estructuras léxicas.
Hemos de plantearnos qué es más
rentable ¿Conocer más formas o conocer mejor el significado de las que ya se
han aprendido? En el ejercicio lingüístico hay que hacer las dos cosas, pero
insistiendo más en el segundo punto.
Si el léxico se adquiere por su uso (como lectores, como
oyentes), se sistematiza, sin embargo, a partir de la práctica consciente, en
la que se pongan en relación los aspectos morfológicos y semánticos del
vocabulario.
4.1.
El léxico y el conocimiento general
El léxico debe aprenderse como elemento cognitivo
instrumental, para mejorar el conocimiento y la percepción de la realidad
(objetos y conceptos). Un hablante que conozca pocos términos de un campo
léxico fundamental del conocimiento padece una especie de daltonismo
conceptual. Por eso, el conocimiento en profundidad del léxico es una
herramienta fundamental para entender mejor el mundo que nos rodea.
Muchos hablantes tienen una idea aproximada de lo que
significan las palabras, porque identifican su significado en contexto. Pero no
sabrían ni definirlas ni determinar su significación diferencial. Tienen una
idea de ciertos rasgos, que muchas veces son prototipos.
El conocimiento léxico está ligado al conocimiento
enciclopédico, en la medida en que amplios sectores del vocabulario se vinculan
al saber en general. No obstante, es posible distinguir ambos conocimientos.
Una persona puede saber que la palabra X significa enfermedad o dolencia, por
el contexto, sin saber nada de medicina. O porque reconoce un sufijo (-itis,
por ejemplo). Estaríamos ante un caso de conocimiento léxico independiente del
dominio de una especialidad científica.
En el sistema educativo, no obstante, el léxico ha de vincularse
a una visión interdisciplinaria del conocimiento. Ya que relaciona el
conocimiento lingüístico y el extralingüístico.
Pese a ello, en
lengua hay que estudiar el vocabulario general, no el vocabulario específico de
las distintas áreas del saber. En todo caso, si interesan las raíces prefijas y
sufijas grecolatinas que conforman el vocabulario científico.
Para ello, el profesor debe ver qué léxico se usa y, por
tanto, se necesita, en los libros de texto de los demás libros de texto.
La importancia de definir. Para comprender y para expresarse
muchas veces no es imprescindible definir las palabras. Sin embargo, las
definiciones lexicográficas son necesarias para profundizar en el conocimiento.
Para esa definición, desde un punto de vista lingüístico, puede ser sólo
necesario el análisis sémico diferencial, bien paradigmático, bien sintagmático.
La importancia del vocabulario abstracto en la enseñanza
media. Ya la hemos subrayado. No es el primer paso que debemos dar, pero sí es
fundamental que al terminar el bachillerato el alumno domine el vocabulario
abstracto de los campos léxicos del conocimiento, incluyendo aquí palabras
gramaticales, como pueden ser los marcadores discursivos
5.
Conceptos de semántica y morfología léxica en la enseñanza de la lengua.
Ya
hemos expuesto someramente algunos conceptos de semántica léxica, que deben ser
entendidos como instrumentales para la enseñanza de la lengua. A tal efecto,
conviene distinguir entre:
-
La formación de palabras en español: análisis composicional (morfosemántico)
-
Las estructuras léxico-semánticas: campos léxicos, análisis sémico
(componencial) y relaciones sintagmáticas.
-
Las unidades morfológicas y léxicas
-
Unidades morfológicas
Morfemas léxicos
Morfemas gramaticales
Prefijos
y sufijos
Raíces
prefijas
Flexivos
y derivativos
Unidades
léxicas
Palabras
léxicas y gramaticales
La
palabra como unidad lingüística
Unidades
lexemáticas
Palabras
Lexías complejas
Fórmulas fraseológicas
Palabra fonética
6. Fuentes
para el estudio del léxico español.
Es
importante, tanto para el estudio del léxico español desde una perspectiva
académica como para la enseñanza del español como lengua extranjera considerar
dos fuentes importantes para el estudio diasistemático del léxico:
a) Los diccionarios.
b) Los corpora.
En el
primer caso es conveniente distinguir entre diccionarios normativos (el DRAE),
de uso (el María Moliner, que es históricamente una corrección y ampliación del
DRAE; el Seco –que además es un diccionario documentado a partir de un corpus),
los diccionarios de frecuencias, los diccionarios especializados (de distintas
áreas temáticas), los diccionarios enciclopédicos, los diccionarios de argot y
del español coloquial, los diccionarios escolares, los diccionarios de
construcción y régimen, los diccionarios inversos, los etimológicos, los
diccionarios de sinónimos y antónimos, etc.
Según cuáles sean las necesidades, debemos acudir a un tipo específico
de diccionario, dadas sus diferentes fuentes, sus criterios de selección y
tratamiento del léxico y los tipos de información que aparecen en sus entradas
léxicas.
El segundo
caso es importante para el tratamiento automático de la información léxica de
sus frecuencias, contextos, presencia diacrónica y muestras reales de lengua.
Los más destacados son el CREA y el CORDE de la Real Academia Española.
6.1.
El diccionario. El diccionario en el aula.
-
Los
diccionarios en la enseñanza de la lengua.
El diccionario es una herramienta
fundamental para todo hablante culto, herramienta que hay que enseñar a
manejar.
Diccionario de aula.- En los
distintos niveles educativos es preciso disponer de diccionarios escolares
(Anaya, Salamanca, S.M.), adaptados por su selección léxica, por la claridad de
sus definiciones y su adaptación al aprendizaje del alumno.
Diccionarios de consulta en casa. A medida que se vaya haciendo más complejo el conocimiento
de la lengua, es posible acudir a diccionarios más ricos y complejos, algunos
de los cuales tienen ya su visión telemática.
El profesor debe valerse de los
distintos tipos de diccionarios para la preparación de sus clases,
distinguiendo entre diccionarios normativos (DRAE, panhispánico, de dudas), de
uso (María Moliner) y basados en un corpus documental (Diccionario del español
actual, de Manuel Seco), diccionarios ideológicos, de sinónimos, diccionarios
generales y diccionarios didácticos, diccionarios enciclopédicos y diccionarios
de lengua. De la misma forma, debe valerse de los diccionarios en Internet.
Respecto de estos últimos, cabe mencionar el artículo de Cristina Gelpi http://www.ub.edu/geocrit/b3w-189.htm
y el enlace en la wikilengua: http://www.wikilengua.org/index.php/Lista_de_diccionarios_en_Internet
como elementos informativos y analíticos. La técnica lingüística de trabajo con
el diccionario, no obstante, puede ser similar a la propia del diccionario en
papel, no así sus posibilidades de acceso.
Pero, además de como recurso del profesor, debe ser un recurso
del alumno. Hay que enseñar a utilizar el diccionario en el aula.
Cómo
enseñar a utilizar los diccionarios en el aula.
Para
ello, podemos mencionar dos títulos:
Concepción
Maldonado. El diccionario en el aula. Arco Libros.
El diccionario en la enseñanza y aprendizaje de la lengua
(recursos en la red)
EL USO DEL DICCIONARIO
EN LA ESO. Salvador Cortés Fischer. Mª José Heredia Galián.
El uso del diccionario. Apuntes de lengua.
MEC. Breve reseña.
Proyecto Aula
De la lexicografía a la enseñanza de la lengua
Álvaro Porto Dapena
http://www.slideshare.net/HABLANDOdeELE/materiales-para-la-formacion-de-profesores-de-espaol-5774601
información gramatical
Estrategias para el uso del diccionario en el aula
Español lengua extranjera. Cuadernos Cervantes
[1] Un
ejemplo sencillo de campo léxico es el campo léxico de la familia en español.
El hiperónimo, expresión del archilexema, es ´familiar´. Este campo está
organizado por varias dimensiones y distintos planos. Una dimensión es
´pariente´, otra ´familia política´ y otra, para la que no hay palabra
archilexemática, es “familia postiza”. Dentro de la primera podemos distinguir
una subdimensión para cada generación y los semas relevantes +masculino,
+femenino, grado de parentesco, etc.
[2]
´pata´ sólo se combina con animales, excepto en un nivel lingüístico no formal,
no culto y no técnico. ´Sentir´ seguido de subjuntivo significa lamentar;
´sentir´ seguido de indicativo significa percibir.
[3]
´Rico´, ´enriquecer´, ´riqueza´ forman parte de una familia léxica. In-, im-,
i-, como prefijo de negación, aporta ese significado en determinados casos de
antonimia gramatical.
[4]
A los efectos pueden consultarse los vocabularios de frecuencias existentes en
español, a partir de diversos corpus.
[5]
Así, el antónimo de ´leal´ es ´desleal´, pero también es ´traidor´. Son muchos
los opuestos heteronímicos para los que un principio de regularidad formal no
serviría.
[6] Pensemos
que el uso de estas raíces prefijas o sufijas sigue siendo productivo en
español actual, bien a través del inglés o por propia evolución de nuestra
lengua: ´cardiosaludable´, ´biodiversidad´, etc.
[7] Las
familias léxicas nos permiten expandir el vocabulario en tres categorías
básicas: nombres, adjetivos y verbos. [facilidad, fácil, facilitar]. En
ocasiones hay vacíos de estructuración y a veces no se mantiene el mismo
significado. Así, al sustantivo ´diplomático´ le corresponde el adjetivo
´diplomático´ (con cambio semántico en algunas distribuciones) y sin verbo
correspondiente.
[8] ´Caro´ en español actual es
un adjetivo que denota un concepto relativo al precio de las cosas.
[9] El
significado de ´sándwich´ en español está delimitado por ´bocadillo´,
´montado´. No se puede traducir siempre del inglés o del francés ´sandwich´ por
el español ´sándwich´, pues en estas dos lenguas el lexema ´sandwich´ abarca
una esfera conceptual mucho más amplia, al no haber un campo léxico con varios
lexemas.
[11]
Así, la familia léxica de “pensar”: pensador, pensamiento, etc.
[12]
Espacios conceptuales lexicalizados: el amor, la vida, la guerra, el deporte,
etc.
[13]
Un paradigma léxico dentro de una lengua funcional (español común, coloquial,
culto) y una categoría gramatical (verbo, adjetivo, nombre) que comparte un
sema común y que se define por las relaciones de hiponimia, sinonimia y
antonimia. Así, el campo léxico `pared´, ´familiar´, ´cocinar´, etc.
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